En este capítulo y en los que siguen discuto estos sucesos, especialmente con referencia a Europa, defendiendo que:
i) La expropiación de los medios de subsistencia de los trabajadores europeos y la exclavización de los pueblos originarios de América y África en las minas y las plantaciones del Nuevo Mundo no fueron los únicos medios para la formación y acumulación del proletariado mundial.
ii) Este proceso requirió la transformación del cuerpo en una máquina de trabajo y el sometimiento de las mujeres para la reproducción de la fuerza de trabajo. Fundamentalmente, requirió la destrucción del poder de las mujeres que, tanto en Europa como en América, se logró por medio del exterminio de las brujas.
iii) La acumulación primitiva no fue, entonces, simplemente una acumulación y concentración de trabajadores explotables y capital. Fue también una acumulación de diferencias y divisiones dentro de la clase trabajadora, en la cual las jerarquías construidas a partir del género, así como las de raza y edad, se hicieron constitutivas de la dominación de clase y de la formación del proletariado moderno.
iv) No podemos, entonces, identificar acumulación capitalista con liberación del trabajador, mujer u hombre, como muchos marxistas (entre otros) han hecho, o ver la llegada del capitalismo como un momento de progreso histórico. Por el contrario, el capitalismo ha creado las formas de esclavitud más brutales e insidiosas, en la medida en que inserta en el cuerpo del proletariado divisiones profundas que sirven para intensificar y ocultar la explotación. Es en gran medida debido a estas divisiones impuestas -especialmente la división entre hombres y mujeres- que la acumulación capitalista continúa devastando la vida en cada rincón del planeta.